Aún cuando el frío es tan
persistente que consigue congelarme cada recoveco, cuando el calor consigue
derretir mis más resguardados glaciares, aún cuando las paredes de mi
habitación rezan tu nombre y reclaman tu ausencia.
Aún cuando las noches son tan
largas que parecen convertirse en perennes y los kilómetros ganan terreno a
este cielo que ante la impotencia de no tenerte solo puede dibujar el sol. A
pesar de todas las tormentas en las que tendré que dejarme calar hasta los
huesos y sólo pueda sentir la humedad estrechar mis ropas y apretar mi soga.
Aún cuando no quede nada del todo
que existo hoy, cuando descanse lo que soy en este momento en algún lugar lo
suficientemente sereno como para poder ser eternamente nada, y justo en ese
instante no queden balas, ni armas, ni cerillas de las que protegerse, y el
silencio sea la pregunta y la respuesta a los porqués que hoy persigo en tus
lunares.
Aún cuando parezca que no estoy,
me busques y creas no encontrarme, o me encuentres en alguna parte en la que
jamás me habrías pensado. Cuando creas que me he dejado ir, o que estoy yendo, o
que tal vez es pronto, o que llego tarde. Todas esas veces en las que me
sientas tan dentro que no sepas limitar ambos cuerpos, y me pidas más, y la
única manera sea declararme tuya porque ya esté en ti.
Aún cuando te canses de mis
maratones y te lama los rasguños de nuestras guerras, o te diga que no pienses,
que el destino piensa por nosotros y solo ansío que pensemos igual.
Aún cuando en tu espalda descansen
mis miedos y mis bragas en tu suelo. Aún cuando me veas vacilar, dudar, temer.
Cuando me veas partirme por algún golpe que no vi venir, cuando me veas algún
día, dejar de ser, o me sientas tan en ti que ya no seas capaz de entender el
todo y la nada sin mi.
Aún cuando no me entiendas, o
creas que una cama de noventa es demasiado grande, o sientas que una vida es
poco y pidamos prórroga, empate.
Aún cuando te lo diga o no, te lo
escriba o lo grite, lo susurre o lo gima.
Aún cuando te diga que no.
Aún cuando dudes.
Aún cuando pienses que no.
Aún cuando me quieras.
Aún cuando por fin, ambas, seamos
eternas.
Recuérdalo, grábatelo, mételo tan
dentro de ti como puedas, e intenta perder, olvidar y borrar las huellas del
camino de vuelta. Porque aún cuando no te lo he dicho todavía, desde el primer aún, lo sabes. Desde el primer aún, te quiero.