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Te echo de menos. He intentado construir un muro alto y fuerte para no intuirte al otro lado pero me ha caído encima, y ahora no sé deshacerme de mí misma. 
Soy un desastre y ya no me esfuerzo en cambiarlo, porque no se lo debo a nadie y tú no estás aquí.

No quiero retar a nadie en la cama, no me apetece sorprender ninguna mirada con un guiño que debería recibir tu retina. No me da la gana repartir limosna en otras bocas porque tengo los bolsillos vacíos de ilusiones y mi saliva acabaría sabiendo triste.

Ojalá consiguiera un empate contra mí misma. Ojalá pudiera ser consciente de que no he perdido, de que valgo la pena lo suficiente como para merecer la alegría. Pero no, parece. Todavía.



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Celia Munera Pérez ©. Con la tecnología de Blogger.